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martes, 29 de julio de 2014

Lo que se aprende de los errores

"De los errores se aprende" es lo que siempre se repite. De los errores se aprende, pero, ¿qué se aprende? ¿Se aprende a no cometer errores, y por lo tanto, se deja de aprender? De los errores se aprende. Muchísimo. Pero no a no cometer errores. Ni a evitar cometer los mismos errores una y otra vez.

Lo sé mejor que nadie. Quizás haya cometido más errores que nadie, pero porque aun sabiendo que iba a cometerlos seguía adelante. Por la necesidad de saber que un error es un error. Por la necesidad de pensar "sé que es un error, pero lo voy a hacer, para comprobar que realmente es un error". Y nunca arrepentirme después por buscar donde sabía que no iba a encontrar.

Es como si me dijeran "busca un pez en aquel prado". Sé que no puede haber peces vivos en ningún prado normal, y que es un error buscarlos. Pero los busco. ¿Por qué? Porque a pesar de ser un error necesito hacerlo para saber de verdad que es un error.

Creo que esa actitud podría llamarse esperanza. Y sin ella no podría haber cometido tantos errores.

Como aquella noche. Cuando me salté las reglas, cuando lo confesé todo con la ilusión de una niña pequeña. Tan pequeña que ni siquiera pude articular nada coherente. Supe antes de actuar así que estaba cometiendo un error, que estaba buscando mi pez en un prado. Y no lo encontré. Y sabía de antemano que no lo iba a encontrar.

Pero sentía la necesidad de actuar, porque no soy una princesa. No quiero sentarme a esperar a mi príncipe, sea del color que sea. Ni quiero que llegue alguien al que pueda decirle que las sonrisas que me dedica son los labios que besan mi envenenada felicidad y la hacen despertar de nuevo. No quiero eso. Repito, no soy una princesa. Quiero actuar y buscar la persona a la que pueda decirle "la felicidad que me haces sentir se asemeja a la felicidad que siento cuando marco un gol desde el medio campo".

Por eso creo que los errores muchas veces son aciertos negativos, que se dice una y otra vez que de los errores se aprende sin saber qué es lo que se aprende. Lo que yo he aprendido del error de aquella noche, y de mi búsqueda errónea, es que me gusta cometer errores, pues de ellos saco la suficiente esperanza para seguir equivocándome.

Ya he dicho que no soy una princesa...

A.F.