Algo de música...

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sábado, 31 de mayo de 2014

La nada

Se me olvida hasta mi nombre
cuando me late el corazón
al ritmo de la nada, tan pobre
como el sol en invierno,
al que las nubes ocultan sin razón.

Ni siquiera sé si saber
es saber, si nunca se sabe.
Pero presagio el perder de mi querer
hacia ti,
pues tu compañía en mí no cabe.

¿Y qué sé yo de poesía?
Si tú eres nada y te escribo.
Si no conoces la alegría
de la desdicha de los poetas
que se van contigo.

No sé escribir poesía pero
transmito sentimiento,
quiero que te vayas, me muero,
aléjate de mí, no te quiero.
Eres el vacío de mi tormento.

¿No me entiendes?
Yo tampoco me entiendo,
pero dibujo lo que pretendes
con lápices sin mina
y te está doliendo.

Eres la nada, siéndolo todo
para muchos corazones vacíos.
Eres y no eres nada, un modo
de entrar a un laberinto por la salida,
y finalizar causando líos.

La nada, tan famosa
como la poesía que no escribo.
La nada, tan peligrosa
como la vida,
pues así la describo.

A.F.

jueves, 29 de mayo de 2014

Un poco de leña

Para una llama que apenas arde no hay nada mejor que un poco de leña. Así el fuego revive durante un tiempo (normalmente breve), y enseña que aún está luchando por seguir ardiendo. Quizás esa sea la prueba de que el éxito no llega, sino que se alcanza y se lucha por él. Es decir, una hoguera va a seguir ardiendo siempre, a no ser que algo se cruce por su camino. Vale, es un ejemplo pésimo, pero es fuego, y qué mejor que el fuego para explicar el calor que sentí aquel día.

Sábado noche, fiestas del barrio (no del mío), el concierto de un grupo del que conocía el nombre y poco más y un frío habitual para estar casi en verano (aquí es donde hay que poner el tono irónico exagerado). Sentada bajo el techo de la iglesia porque llovía. Y mucho (que siga el tono irónico, eh). Mirando al escenario con cierta melancolía, con bastante gente alrededor pero como si sólo estuviéramos ella y yo. La música, digo.

Últimamente la fogata de mi mente, y generalizando, de mi ser, está bastante apagada. Estoy como si no estuviera, como si fuera pero no sintiera. Pero hoy no quiero hablar de ello, aunque tampoco sé muy bien qué quiero decir. Sólo expresar que fui feliz por unos minutos porque disfruté del momento, porque aunque no entendiera ni conociera la mayoría de las letras de las canciones, escuchaba con el corazón y agradecía cada segundo que pasaba porque volvía a ser feliz. Y no sé qué fue lo que echó leña a mi alma ya quemada, ni sé si el joven que se sentó al lado se habrá comprado ya un mechero, pues lo pedía una y otra vez, o si aquel fotógrafo tan "pídemelo y me escapo contigo hasta el fin del mundo" sigue capturando momentos especiales con su cámara, que menuda envidia de cámara. Ni siquiera sé en qué estaba pensando cuando lo único que quería era seguir escuchando a los artistas del grupo que animaba la noche.

Tan solo sé que mi fuego revivió por unos instantes, que fui feliz. Y lo mejor es que no llego a comprender el porqué. Pero lo prefiero así, una felicidad momentánea y anónima.

Ojalá esos momentos me frecuentaran más, y tuviera siempre a mano un poco de leña.

A.F.

sábado, 10 de mayo de 2014

"Luna mía"

Buenas noches, Luna. Hoy las estrellas que te acompañan brillan como sus ojos. Sí, Luna mía, vengo a contarte lo mismo de cada noche, pero de forma diferente. Necesito alguien que me escuche, y, ¿quién mejor que tú? Cuando estás de todo pendiente. Recuerdo con tu brillo, intenso esta noche, su ser, su sonrisa y cómo su mirada se torna en reproche. Y, ¿sabes por qué? Claro que lo sabes, mi vida, lo sabes mejor que nadie. Porque quise creer antes de conocerle, una bonita historia que no comienza por el principio. Que se salta el prólogo y por ello no se sitúa cuando comienza a leer un capítulo aleatorio. Llegó y me perdí. Me perdí como cuando te pierdo en tu fase de luna nueva. Como cuando el sol se esconde al atardecer, y tú lo persigues, aunque no lo vuelvas a ver. De ahí mi admiración, pues nunca dejas de creer, y nunca es un tiempo muy valioso. Como siempre. Y recuerda que siempre es menos del tiempo en el que le voy querer. Ya sabes que lo quiero, Luna mía, y sabes que fue ése mi mayor error, y que por ello ahora muero. Pues me enamoré de una rosa negra, casi sin vida, y profundamente oscura. Y lo único que hice, fue recogerla con una sonrisa, qué inmadura. Debí dejarla tranquila, pero no pude. Y ahora es fruto de mi amargura, pues intenté que volviera a vivir y lo conseguí. Pero eso me mató. Qué locura, eh. Y es que él fue mi rosa, sí, pero yo sólo fui su cura. Y después del tratamiento, el paciente vuelve a su hogar. Sano y salvo, dejando al médico en un silencio tan intenso que impide escuchar su propia voz interior. La que susurra que lo persiga y le acompañe, sentir su calor. Luna mía, sé que el tiempo hará su trabajo, y que el olvido me echará una mano, pero quiero confesárselo. Dile, por favor, que aunque mi rostro no sea el más bonito, ni mi cuerpo el más atractivo, y aunque mi voz no sea dulce y mi ser ame la tristeza, estaré siempre a su lado. Para impedir que vuelva a marchitarse, para hacerle creer que una rosa negra es tan bella como el resto. Por favor, Luna mía, ve y dile que nadie en el mundo va a quererlo como yo, ni va a darle tanto amor.

A.F.

jueves, 8 de mayo de 2014

Es mi vida

"Cuando era pequeña, o como digo yo "cuando era una moco(sa)", soñaba despierta, mi única preocupación era llamar la atención, que todos fijaran la vista en mí. Aprovechar esos momentos de atención para hacer reír a la gente y así sonreír yo también. La típica niña alegre y dulce que todos adoraban. (Bueno, quizás no tan adorable).

Por cierto, no es por presumir, pero era monísima.

Pasaron los años, empecé a ser algo cabezota, por no decir que era bastante insistente y a veces desesperante, aunque seguía siendo muy alegre. Aún guardo infinidad de recuerdos que me hacen sonreír tontamente. Como cuando íbamos a "pescar" (uso las comillas porque más bien perseguíamos a los peces desesperadamente), a una playa de piedras en Mallorca, y mi hermano y yo llevábamos redes verdes. Una niña normal habría usado la red para intentar pescar algún pez. Ya. Pues yo me lo ponía en la cara y pedía fotos. Os podéis imaginar un poco la situación...

Con el tiempo desarrollé mi propia personalidad, era deportista (aunque siempre estuviera regordeta), poco femenina a la hora de vestir, trabajadora, obediente. Muy sonriente y bromista, con un pésimo humor.

Estoy hablando de mí y no me reconozco, el cambio es increíble, aunque en cierto modo, hay detalles en mí que no han cambiado en absoluto. Como el humor pésimo, o lo de ser deportista aunque regordeta. Y no me preocupa, pues es mi ser y no va a cambiar por mucho que cambie mi entorno. Y el mundo.

Sigo siendo soñadora, aunque ahora sueño despierta y duermo poco, es complicado. Sigo creyendo que el amor existe, por muchas cosas que haya escrito en su contra cuando la ira me pedía que expresara tales cosas. Quizás sea una tonta que confía demasiado rápido, pero no es problema cuando confío en las personas de verdad. Que puede que ahora sea más pesimista, o más triste, que sonría menos y que no crea tanto en la felicidad, pero es mi manera de seguir con vida, y de seguir soñando. Podéis juzgarme, decir todo lo que no soy refiriéndoos a cosas relativamente bonitas, como por ejemplo "no eres guapa". Podéis criticar todo lo que queráis, lo poco que me visto a la moda, o las cosas "que molan" que no hago. Lo "cobarde" que soy por no atreverme a ser más libre. Nadie os impide hablar. Otra cosa es que os escuche, pues podéis hablar mucho pero no decir nada. Que no os dais cuenta de que tanta libertad os impide volar.

Personalmente, yo no me esforzaría en intentar hundirme, y me centraría más en mi propia vida. Porque, a pesar de todo lo que me podáis decir, voy a seguir soñando, creyendo en el amor, siendo pesimista y triste, valiente a mi manera, viviendo a mi manera. Es mi vida.

Es mi vida."

He decido escribir este texto con la finalidad de aconsejar un poco. Escribir sobre lo que somos, porque nunca dejaremos de serlo, hablar de aceptarnos e intentar amarnos un poquito más, que últimamente la moral de muchos está por los suelos. Cada persona es persona a su manera, sólo hace falta que se descubra a sí misma.

Tenéis vuestra propia personalidad, ya va siendo hora de demostrarlo, ¿no?

viernes, 2 de mayo de 2014

Llanto silencioso

Vida mía:

Más lágrimas que nunca y el rostro empapado. Los ojos enrojecidos, el cuerpo entero temblando ligeramente. Débil. Cansada. Un agotamiento psicológico me inunda aún más. ¿Y sabes por qué? Por tu culpa. Quizás por la mía. No lo sé, quizás ninguno la tenga. Pero es injusto. La historia de siempre; el amor no correspondido. Pero, ¿qué amor? Si el único corazón que ama es el mío.

Has leído bien, porque te amo. Dicen que en la vida sólo se ama de verdad una vez y por eso lloro. Porque el silencio me grita y duele demasiado pensarte. El saber que tu corazón no siente lo mismo, que tu mirada no tiene nada que ver con los ojos con los que te miro yo. Cualquiera que me viera sabría al instante que estoy loca por ti. Y hundida. Pues se me hace imposible intentar volar, me cortaste las alas nada más llegar. Cortaste mis alas porque te las quise regalar a ti, para que volaras, libre como pájaro que vuelve a su lugar de origen. Qué bella libertad.

Estuviste débil y quise sanar tus heridas con toda mi alma. Supe aquellos días que estaba dispuesta a cortarme las venas para aliviar tu dolor. Es un decir, claro. Pero sé que lo haría si hiciera falta. Lo sé. Y por eso lloro. Pero has recuperado fuerzas, tu corazón vuelve a sentir, tus ojos miran con otro color al mundo. Y a mí. Aunque no es la mirada que quisiera ver, pues no es amor lo que transmiten.

Día tras día muero al verte y eres lo único que me hace sentir viva. Ni te imaginas todas las cosas que quiero decirte cuando estoy cerca de ti, y ni siquiera me atrevo a hablar. Nunca te imaginarías a qué punto llegan mis ganas de tener una bonita charla contigo, con tu alma, conectar con ella. Dar un paseo mientras charlamos, sólo eso. Que nos duela despedirnos, que nos cueste decir adiós porque no queremos distanciarnos. No te imaginas la de veces que he soñado cosas similares junto a ti. Pero después de los sueños llegan los nuevos días, y con ellos, vuelvo a verte, tan lejos. Teniéndote a un par de metros te siento a kilómetros. Por eso lloro.

Lloro porque me he dado cuenta. Me he dado cuenta de que me imagino dentro de muchos años; treinta, sesenta, ochenta... y me imagino que estoy contigo. De que quiero compartir mi vida contigo. Sé que la única manera de ser feliz que tengo es estando a tu lado. Toda la vida. Y lloro por sentir lo que siento. Porque no es así como tu alma piensa. Porque sé que soy muy poco y que te mereces mucho más, pero nunca nadie te va a querer como lo estoy haciendo yo ahora, y como lo haré el resto de mi vida. Son palabras mayores pero las escribo yo, porque las siento. Y lo siento.

Quizás nunca lo llegues a saber o quizás ya lo sepas, pero es de verdad lo que siento. He vivido más de cinco mil doscientos días para darme cuenta, pero ya lo sé. Sé que eres tú.

Te quiero y te querré siempre.

A.F.