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jueves, 29 de mayo de 2014

Un poco de leña

Para una llama que apenas arde no hay nada mejor que un poco de leña. Así el fuego revive durante un tiempo (normalmente breve), y enseña que aún está luchando por seguir ardiendo. Quizás esa sea la prueba de que el éxito no llega, sino que se alcanza y se lucha por él. Es decir, una hoguera va a seguir ardiendo siempre, a no ser que algo se cruce por su camino. Vale, es un ejemplo pésimo, pero es fuego, y qué mejor que el fuego para explicar el calor que sentí aquel día.

Sábado noche, fiestas del barrio (no del mío), el concierto de un grupo del que conocía el nombre y poco más y un frío habitual para estar casi en verano (aquí es donde hay que poner el tono irónico exagerado). Sentada bajo el techo de la iglesia porque llovía. Y mucho (que siga el tono irónico, eh). Mirando al escenario con cierta melancolía, con bastante gente alrededor pero como si sólo estuviéramos ella y yo. La música, digo.

Últimamente la fogata de mi mente, y generalizando, de mi ser, está bastante apagada. Estoy como si no estuviera, como si fuera pero no sintiera. Pero hoy no quiero hablar de ello, aunque tampoco sé muy bien qué quiero decir. Sólo expresar que fui feliz por unos minutos porque disfruté del momento, porque aunque no entendiera ni conociera la mayoría de las letras de las canciones, escuchaba con el corazón y agradecía cada segundo que pasaba porque volvía a ser feliz. Y no sé qué fue lo que echó leña a mi alma ya quemada, ni sé si el joven que se sentó al lado se habrá comprado ya un mechero, pues lo pedía una y otra vez, o si aquel fotógrafo tan "pídemelo y me escapo contigo hasta el fin del mundo" sigue capturando momentos especiales con su cámara, que menuda envidia de cámara. Ni siquiera sé en qué estaba pensando cuando lo único que quería era seguir escuchando a los artistas del grupo que animaba la noche.

Tan solo sé que mi fuego revivió por unos instantes, que fui feliz. Y lo mejor es que no llego a comprender el porqué. Pero lo prefiero así, una felicidad momentánea y anónima.

Ojalá esos momentos me frecuentaran más, y tuviera siempre a mano un poco de leña.

A.F.

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