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martes, 15 de abril de 2014

Caerse mil veces y levantarse dos mil

Ya no tengo miedo, ya he aprendido.
He aprendido que el único asesino es el olvido, que nunca se irá nadie del todo si vuelve a ser querido. A través de palabras, de recuerdos, de falsas ilusiones (pero ilusiones), de tratarlo como si estuviera tan solo dormido. Adorar cada muerte, pues será tan solo ave que vuelve a su nido. En realidad no será una muerte, si como he dicho, no la asesina el olvido.

Pensando que son pérdidas sin saber que no existen, pues los vencedores insisten e insisten. Y todos son vencedores que de distinto color visten. Pues los únicos perdedores son los que no persisten. Que quizás las barreras y los obstáculos los despisten, pero saben que deben continuar, pues en eso consiste.

Vivir.

¿Qué es vivir? Ni lo sé, ni lo sabré, no puedo mentir. Pero desde luego sé que consiste en elegir un sueño, una meta, intentar, caerse mil veces y levantarse dos mil, en luchar por conseguir, en perder, en volver a luchar y definitivamente conseguir. Llegar a la meta. Y finalmente morir. Qué extraño, ¿no? Luchar tanto... ¿"Para nada"? No. Para nada no. Pues te has demostrado a ti mismo que puedes, y que nunca piensas en huir. Que puede que bajes, pero siempre vuelves a subir. Que a pesar de todo nada te va a hundir, pues nadar es lo que harás si eso te llega a ocurrir. Y que vivas como vivas, el logro de ese sueño es lo que hará que vuelvas a vivir.

Vivir.

Supongo que en eso consiste: en caerse mil veces y levantarse dos mil.

A.F.

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