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viernes, 10 de enero de 2014

Cuando la mirada grita lo que la boca oculta

Pasa cuando las miradas se cruzan, miradas intensas que ocultan lo que el alma lleva dentro. Miradas sinceras que dejan al descubierto la verdad que el cerebro insiste en ocultar. No sólo son miradas, son confesiones del dolor acumulado por las pérdidas, el abandono o el odio hacia uno mismo. Son miradas verdaderamente especiales, únicas, que gritan lo que la boca oculta. Gritan la rabia que el alma ha ido acumulando, gritan pidiendo auxilio.

Cuando la mirada grita lo que la boca oculta, ocurre que se acaban mostrando los secretos mejor guardados bajo llave, en la mente. Pero para ello hace falta un receptor, otra mirada que complete la conexión entre ambas. Unos nuevos ojos que reciban toda la información que no se vea a simple vista, lo más profundo del emisor, su dolor, la verdad. Una mirada que capte el mensaje, que entienda el malestar del emisor. Una comunicación casi telepática, brillante, aunque dolorosa.

Y tan sólo son miradas, pero miradas que gritan lo que se esconde en la profundidad del alma del emisor.

A.F.

09/01/14

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