Algo de música...

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miércoles, 26 de febrero de 2014

El arcoíris

Hasta el sol tiene frío cuando no estás. Llora siempre conmigo cuando te vas. Siento que al viento le agradan tus palabras, y veo que se lleva consigo cada una de ellas. No es de extrañar, pues a mí también me llegan y no las puedo olvidar. Me recuerdan a ti cuando cerca no estás. Aunque las intento olvidar, pues de vivir mi vida me tengo que acordar. Pero... ¿Qué es mi vida sin ti?

Hasta el tiempo me dice que no te olvide, pues ni siquiera él logra hacerlo. Le tranquilizo y le digo que ni lo intento. Que no pienso olvidarte nunca, que te llevo por y para siempre en el centro. En el centro de mi alma. Qué lamento el de la lluvia, que cae, y llora de alegría por verte. Y muestra el cielo su mejor sonrisa, su mejor invento, el arcoíris. El arcoíris que sueña con el horizonte, que se acerca poco a poco, muy lento. Se acerca para que estés contento. Siempre. Y siempre es un tercio del tiempo que te querré. Permanece atento.

Hasta la eternidad me muestra la definición de la felicidad, y me dice que a tu lado se hará realidad. Y es donde quiero estar. Quiere el mundo que seamos como el arcoíris. Que tengamos muchos colores, pero sigamos siempre unidos. Como dos almas que no creen en el olvido.

Por ahora es así mi mundo. Eres tú quien lo mantiene con vida, y no me confundo. Pues tú aclaras lo claro en lo oscuro.

Hasta el destino me dice que quizás, algún día, seremos un arcoíris. Pero no cualquiera, sino el más bonito del mundo, pues formarás parte de él. No lo dudo.

A.F.

martes, 25 de febrero de 2014

Infinitos metros

Que hasta pasando de página te encuentro. He cambiado de libro, y en mí sigues viviendo. Que hasta en el olvido te pienso. Qué poco tiempo y cuántos momentos. Has hecho que me olvide hasta del último cuento. Que si te digo que no te quiero miento. Pero vuelve a ser la misma historia. La misma historia sin besos, ni abrazos, ni caricias. Tan sólo amistad y muchos versos. Qué delicia. Qué delicia tenerte. Qué muerte no poder quererte. Lo lejos que estás estando tan cerca. Y no creo merecerte. Porque si tú eres un lobo que lucha por vivir, que lucha contra la muerte, yo soy como el aire, que pasa sin rumbo, que se aleja y nadie lo siente. Yo sí lo siento, pues cada palabra que pronuncias no se la lleva el viento. La guardo yo, en mí, aquí dentro. Y la recuerdo en cada momento. Tus pensamientos. Los que compartes conmigo cada noche. Los recuerdo, y me sincero, y digo que son perfectos. Tú eres perfecto. Avanzaría contigo infinitos metros, de la mano, contándote mis secretos. Dándote besos. Abrazándote con amor. Escuchando tus sueños.

Éste es el mío, pero está por ahí perdido. A infinitos metros, escondido en lo imposible. Pero iré a buscarlo, ¿vienes conmigo?

A.F.

Escúchame, bonita

Que lloren tus ojos,
que derramen lágrimas,
que de tinta sean
y llenen páginas.

Desahógate,
haz que tu interior se libere
y crezca cada día más.
Si sabes que puedes, podrás.

Que lloren tus ojos,
que derramen tristeza.
Que liberen tu dolor,
pero sólo hoy, princesa.

Desahógate,
porque mañana no admitiré tu llanto.
Porque no puedo verte mal,
no puedo, pues me espanto.

Que lloren tus ojos,
con tal de que mañana sonrías.
Que con ese encanto,
al mundo entero alegrarías.

Escúchame, bonita.
Todo lo malo tiene algo bueno,
si te lamentas ahora,
que sea para ser feliz luego.

A.F.

miércoles, 19 de febrero de 2014

El dragón

¿Qué es esto que llevo dentro? El dolor que siento en cada momento. Ya no siento, la felicidad se ha ido como vino, se la ha llevado el viento. No dejo de caerme y levantarme intento, pero las esperanzas y las ilusiones acaban desapareciendo. Soy muy negativa, lo sé, lo siento. Pero es un reflejo de mi sentimiento, de lo que me llena de oscuridad aquí adentro. Veo el reflejo del espejo, lo veo descontento. Y termino en llanto, como de costumbre, y mi alma encoge y va creciendo. Va creciendo el dragón que llevo dentro. Escupe llamas, me quema, ardo, lo siento. Me destruye poco a poco mientras callo. Acabará explotando, lo presiento. El dragón es cada vez más agresivo, cuando escucha mi lamento, cuando me siento muerta, sin encanto. A veces me llama, me dice que lo libere, me grita, me asusta, me irrita. Me asesina poco a poco. Lucho cada día contra el dragón que yace en mi alma, en mi interior. Lo único que hace es aumentar mi temblor, porque es peligroso su furor.

Aunque no es su culpa. El dragón nació del sufrimiento, del dolor acumulado, del recuerdo de cada mal momento. No he sabido destruirlo a tiempo, y ahora es él quien domina mi sentimiento descontento. Es parte de mí, cada llama que me quema es un dolor que entiendo. Porque lo merezco, porque el dolor es quien con vida me sigue manteniendo.

Gracias dolor, gracias por regalarme este dragón que me mata y me hiere por dentro, para así sentirme viva y no perder nunca mi aliento.

A.F.



martes, 18 de febrero de 2014

Sueños del futuro

Cada noche sueño. Es normal, ¿no? Claro, qué pregunta. Sueño cualquier cosa, desde pequeñas cosas a grandes aventuras como volar mientras intento asesinar a mil dragones. Y cosas así. También sueño a veces con un mundo diferente, desde luego mejor que este, un mundo que no gira en torno al dinero, sino en torno a la sabiduría, un mundo sin hipocresía y con una justicia... justa. Pero son tan sólo sueños. Además no quería escribir sobre esos sueños... sino sobre los sueños que tengo del futuro.

A veces sueño hechos, sucesos breves que de alguna forma siento familiares. Más de una vez he soñado cosas que posteriormente, se han hecho realidad. A la larga, sí, pero han ocurrido. A veces sueño cosas que ocurren meses después, es como si viera el futuro a través de los sueños. Pero son sueños breves, como he dicho, y débiles. Al despertarme me cuesta recordarlos, pero cuando llega el momento real que he soñado anteriormente me cuesta reaccionar. Me quedo reflexionando sobre lo que está ocurriendo. ¿Realmente veo el futuro? Sinceramente, me da miedo.

Lo que pasa es que hará cosa de un mes, soñé con el fin de la Tierra. Caían meteoritos, miles de meteoritos y no cesaban. Veía caer meteoritos que destruían (aún más) nuestro mundo. Vi el fin del mundo. Caían casas, moría gente, había llegado nuestro fin. Pero había una salvación, los alemanes habían construido aviones especiales que nos salvarían... Aunque no eran suficientes. Y se acababa todo, los afortunados huían en los aviones, sí, pero el resto, más del ochenta por cierto de toda la población del mundo moría.

Y me desperté, casi temblando. Me pasé el día sin poder quitarme el sueño de la mente. ¿Y si ocurría lo mismo que con los demás sueños? ¿Y si, a la larga, se hacía realidad?

Pero, al fin y al cabo, fue tan sólo un sueño, ¿no?

A.F.

martes, 11 de febrero de 2014

Odio

Siento la ira que corre por mis venas,
ira que llena de odio mis penas.
Ya no creo apenas
en las cosas que creí eternas.

Siento que el dolor acumulado
estalla en un sentimiento descontrolado.
Todo es odio,
y de más odio se ha llenado.

Siento la necesidad de soltarlo todo,
pero es difícil sin tener a nadie al lado.
Porque por mucha gente que haya,
pocas personas son de mi agrado.

Dicen que el odio hay que ignorar,
pero por mucho que se intente olvidar,
el alma no dejará de dañar,
ya que es imposible escapar.

El odio hay que afrontarlo
e intentar superarlo.
Con más odio si hace falta,
pero hay que matarlo.

Por eso no vale el triste lamento,
la manifestación en llanto de lo que llevas dentro.
Sigue avanzando aunque no estés contento,
porque llorar no fue la solución en ningún momento.
A.F.

Déjame ser el alma que te guíe

Te daría el universo,
pero sólo tengo este verso.
Para decirte que veo lo hermoso
en lo perverso.

Te daría mil vidas
y un oscuro beso,
para que vieras lo cálido
en mi querer tan intenso.

Te daría la eternidad,
pero es tan sólo una continua tempestad.
Una eternidad llena de oscuridad.
Te mereces mucho más.

Porque en el oscuro está el brillo,
el brillo de la verdad.
El brillo que ilumina
tu camino por la mitad.

Porque necesitas un alma que te guíe,
un alma en la que confiar.
Un alma que te guíe
hacia la eterna felicidad.

A.F.

lunes, 10 de febrero de 2014

A veces el dolor no duele

Dolor indoloro que inunda la mente. Sólo se siente cuando tú estás presente. Duele pero no duele, es confuso e hiriente. Es a mi alma perteneciente y hace de mí algo casi inexistente. Pero es un dolor cálido, un dolor que gusta, aunque a veces asusta. Asusta no tenerte, cuando nunca pensé en perderte. Nunca supe asimilarlo, aún menos superarlo. Pero sigues aquí, porque te tengo en mí, eres mi dolor. Y por eso no me duele. No siempre gana el que no pierde. A veces tan sólo pierde el que más quiere. Yo te quise más, yo soy la que te prefiere. Es frío el amor del que no te quiere. Pero es amor y también se siente. Por eso a veces el dolor no duele, porque sientes tu muerte y no lo temes. Porque en el fondo lo prefieres. Y sabes que lo quieres. Siento un dolor que me duele. Vivo para el dolor que me envuelve. Muero para vivir en un mundo menos hiriente. Y así ya no duele el no tenerte.

A.F.

viernes, 7 de febrero de 2014

Sueño soñarte

Yo sueño soñarte y tenerte y vivir. Y soñar que sueño contigo para no morir. Y siento al recordarte un vacío en mí. Un vacío que tú llenabas, pero ya no estás aquí. Por eso sueño, para sentirte cerca de mí. Para olvidar que estás por ahí. Sin mí. Anhelo morir contigo si vivo conmigo. No puedo con el olvido, ven aquí. Sueño palabras, miradas, abrazos, sonrisas. Y, ¿sabes qué? Lo sueño gracias a ti. Y no quiero pensarte y acabo así, escribiendo en papel lo que siento por ti. Dejo mi alma aquí, te pertenece a ti. Y cómo duele soñarte si no te tengo. ¿Y de qué me sirve? Si al marcharte morí. Pero tú sigue así, sonríe aunque sea por ti, porque eres feliz. Yo tan sólo seguiré soñándote. Y moriré al soñarte. Lo que me hará vivir. Y sonreír. Porque tú lo haces, y debes seguir. Por tu lado, yo por el mío, pero tomaré cualquier desvío para convertir tu camino en el mío. Y espero. Seguiré esperando con el cuerpo entero. Y con el corazón partido, ya que la otra mitad la tienes tú cuando estás dormido. Cuando sueñas y sueño contigo. Y te quiero aquí conmigo. O simplemente te quiero. Y con la duda vivo. Pero siempre contigo.

A. F.

jueves, 6 de febrero de 2014

Críticas

De los errores se aprende, o eso dicen. Pero no es tan sencillo. Lo primero que hay que hacer cuando se comete un error, cuando algo no ha sido conseguido, cuando no ha salido como se esperaba, es admitirlo. Hay que empezar por admitir los errores, que lo hemos hecho mal. Pero, de eso se trata, ¿no? De caer para volver a levantarse. Qué fácil es decirlo, y qué complicado cumplirlo... Cuando uno admite su propio fallo, le es más fácil continuar con el siguiente paso, el de aceptarlo. El de pensar "que sí, que ha estado mal, pero ya está, ya ha pasado y no voy a hundirme si apenas hay agua." Es una bonita metáfora, si eres capaz de aceptarlo cuanto antes, el agua tan sólo llegará a los tobillos, hasta podrás jugar con ella. Pero, en cambio, si no lo aceptas, si no actúas, si te quedas sin hacer nada, el agua irá llenando el vacío que deja tu miedo, tu cobardía. No es menos valiente quien admite haber fallado, sino quien calla y cree haber triunfado.
Aunque no todo es cosa de quién falla, sino del resto, de la gente que lo critica. Comentar, y más que eso, criticar los errores de los demás es muy sencillo, pero mirarse a uno mismo y recordar errores propios ya no tanto. Aún menos criticarlos. Además... ¿por qué criticar a quien ha admitido fallar? ¿Por qué no aceptar si él ya lo ha hecho? Es de locos, por no decir que es de imbéciles. Hay que empezar a aplicar eso del "vive y deja vivir", todos cometemos errores, y es algo que deberíamos saber, y sobre todo, aceptar.
Por último, quedaría seguir luchando, pensar que si has fallado esta vez, ya saldrá a la próxima. Logra el éxito quien lo intenta, no quien lo espera. Es como en el fútbol, marca goles quien lo intenta a base de tirar, de tirar, y de volver a tirar. Después ya queda en manos de la suerte.
Así que, ante un error, un fracaso o un fallo, lo que hay que hacer es admitirlo, aceptarlo y sobre todo, volver a intentarlo.

A.F.